miércoles, 23 de marzo de 2011

lunes, 21 de marzo de 2011

 “Anotaciones sobre arte y educación”.


Considerando que las prácticas artísticas contemporáneas, y ciertos análisis actuales, han sido centrados completamente en las nuevas formas de subjetivación y las tecnologías de poder disciplinario, por no decir biopolíticas directamente, es que podemos constatar la importancia de la inclusión de la vida de los humanos como una temática latente en la activación de nuevos polos de desarrollo artístico. Según lo anterior, es que deben eliminarse los límites entre disciplinas y el manifiesto de verdades indisolubles sobre aquellas propuestas culturales que divagan entre los diseños de estrategias de participación externas y la necesidad de reacción del cuerpo social de un territorio.
Por tal realidad es que la asignatura de Artes Visuales en escuelas, colegios y liceos debe garantizar la formación de una audiencia lúcida y reactiva, a modo de movilizar un proceso que aún se identifica desconectado, mimético, carente de investigación y centrado exclusivamente en “la cosa” manufacturada. Los agentes educativos y los artistas en comunión por tanto, deberán engendrar y nutrir iniciativas que propongan esa movilidad, acciones que anexen el debate y la crítica a todo proceso escolar como herramientas ineludibles del conocimiento transversal. Sin duda tal idilio se advierte cardinal para equilibrar la dependencia obsesiva que suele tener la masa, a la anestesia y modorra producida por el sistema capitalista.
La inexistencia de un enlace permanente entre agentes educativos y artistas, ha producido en nuestra periferia un escenario incompetente y aletargado que suele contaminar a diario, la motivación de quienes ejercemos en educación formal privilegiando ante todo, las tendencias contemporáneas. Tal envenenamiento concluye por atacar la imperfección y carencia de referentes, desconcentrándonos e invalidando la dirección de nuestro eje central y en efecto, exponiéndonos a un aburrimiento que se ha propagado infectándolo absolutamente todo. Es cuando yace la fatalidad y el embrión en un acto de supervivencia decide dormir, pues siente que ya no tiene nada en que creer.
Tengo la seguridad que esa situación se ha producido sincrónicamente al momento de auto compadecernos, gracias a eso se ha originado un modelo educativo que galantea como trofeo de azúcar sobre una mesa de tres patas. El concepto de recreatividad en el ramo nos ha conducido al fracaso. La reproducción inerte y el exceso de desarrollo técnico y objetual sin un fin coherente, nos ha catapultado cada vez más, en la caverna mecánica de la comodidad. Exponiendo esto espero robustecer la idea de que, el profesor de arte, jamás debiese ser convertido en un decorador de sentido sino un productor del mismo, por tanto la institución debiera potenciar la adquisición de líderes por sobre la integración al sistema de niñeros (as) que distraigan a los estudiantes de su naturaleza: el cuestionamiento de todo.
Ahora bien, si acopiamos las últimas 4 palabras del párrafo anterior al asunto de “la vida de los humanos como una temática latente en la activación de nuevos polos de desarrollo artístico” dejaremos de pensar en qué malditamente es el arte y emanaremos directamente a la acción de éste junto a la pertinencia del instinto. Oportuno será dar cabida a la subjetividad y al 99% margen de error para apropiarse de la experiencia como factor de interrelación con el mundo a través de las nuevas prácticas artísticas contemporáneas.
Desde el año 2006 a la fecha, un número considerable de personas de acuerdo a la estadística, han salido de los colegios en los que he trabajado para buscar preguntas que no balanceen metáforas muertas como respuestas, y depositado sus esperanzas en el arte y la educación, dependerá de ellos dinamizar la somnolencia de cada época e impulsar nuevos líderes que remuevan el presente otorgado. Entonces podría sentarme a observar las certezas que se insinuaban en el pasado y trascendiendo los formatos, aseguraré que existe un lenguaje que comunica en una frecuencia extraordinaria.


MACARENA PERICH ROSAS
Artista visual – Prof. Artes Visuales
Dir. CONFL!CTA, Contemporary Art & Science Research
Punta Arenas – Chile.

macarenaperich@gmail.com

Curas

        Como una gran mentira negra, vienen ensuciando las calles urbanas y toda LA CIUDAD, toda LA CIUDAD… Gordos, rudimentarios, feos, sudan grosería, saciedad, bestialidad, imbecilidad y lujuria, lujuria de monos idiotas, de mistificadores lúgubres o perros inmundos, recientemente comidos, ¡los golosos cerdos del Señor!.. –pimienta, carne, mucha carne, cebollas, vino y ajo-; frente al cuadrado volumen rotundo de las matronas sicalípticas que cubren la arteria, inyéctanseles los ojos nocturnos, y …ellas escupen!

Pablo de Rokha
LOS GEMIDOS 
1922

Campiche: la guinda de la torta
La discusión energética en Chile está instalada. Artículos de distinta naturaleza se publican por doquier, a favor o en contra de tal o cual proyecto. Es una discusión interesante y tremendamente relevante para nuestro futuro porque, más allá de cada proyecto en particular, ha permitido dar una mirada más amplia al modelo de desarrollo chileno. Un modelo creado durante la dictadura y reforzado durante los últimos 20 años.
Pero, ¿cuáles han sido los principales componentes de este modelo y cómo se relacionan con la discusión energética?
Un primer elemento esencial del modelo ha sido la Constitución de 1980. Gracias a esto, la derecha chilena ha podido mantener una sobre-representación en el Congreso, con la cual ha protegido el “legado” profundamente corrupto y anti democrático de la dictadura. Ahí están las privatizaciones irregulares, la deuda subordinada, el sistema binominal, etc. La Constitución representa la base jurídica sobre la cual ha crecido este modelo, que impide en la práctica realizar cambios significativos. Mientras no elaboremos una nueva Constitución, los atropellos a los derechos ciudadanos continuarán.
Los chilenos estamos siendo abusados por nuestra clase política. Si nos molestan las termoeléctricas, si no queremos más niños o ancianos moribundos en los hospitales, si no queremos más lobistas profitando de nosotros, entonces debemos manifestarnos y exigir cambios, tal como lo han hecho en medio oriente ciudadanos hastiados del abuso.
Un segundo elemento del modelo ha sido la concentración de la riqueza y la consolidación de una oligarquía poderosa, fuertemente vinculada a otras estructuras oligárquicas en el mundo, como la norteamericana. Las visitas de David Rockefeller a Chile no son una coincidencia. Tampoco lo es la visita de Obama. ¿Cómo no va a venir a Chile si aquí permitimos que las corporaciones norteamericanas ganen plata a destajo, y a costa de cualquier cosa? Corporaciones que, por cierto, son las que realmente tienen el poder en Estados Unidos, como lo vienen denunciando públicamente científicos, dirigentes sociales, políticos e intelectuales norteamericanos, como Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía en el 2001.
Hace algunos meses el periódico inglés The Guardian publicó los resultados de uno de los últimos estudios relativos a la concentración de la riqueza en el mundo. Las conclusiones son contundentes: el 1% de la población es dueña del 40% de la riqueza global. Más de un tercio de estos “súper ricos” viven en Estados Unidos, un 27% en Japón, y un 6% en Reino Unido. Por otra parte, si se suman los ingresos de las 500 corporaciones más grandes del mundo, según los datos entregados por la revista Forbes, se observa que casi el 45% del PIB global circula por sus manos.
El poder de las corporaciones, el lobby, los lobistas y la corrupción del sistema son el tercer componente del modelo chileno, lo que quedó en evidencia hace unos días. Es indignante y triste a la vez observar cómo nuestros líderes políticos, en la Concertación y la Alianza, se han especializado en la “venta” de sus servicios profesionales para defender intereses foráneos. El caso de la Termoeléctrica Campiche, revelado por Wikileaks, es la confirmación de una sospecha. Porque cuando el embajador de Estados Unidos pide un favor, parece que “hay que hacérselo pues”. Si ese es el comportamiento de nuestra autoridades ante un “negocito como Campiche”, ¡cómo será cuando tratan el tema minero!
Así llegamos al cuarto componente del modelo, el saqueo de los recursos naturales. Porque Chile podría duplicar su inversión en educación, en salud, pagar pensiones dignas a nuestros jubilados, etc., subiendo en unos 15 puntos los impuestos que pagan las mineras. Aún así estaríamos por debajo de los impuestos que cobran países como Australia, por ejemplo. Pero no, no es posible, “porque los empresarios se pueden enojar e ir del país”, lo cual es falaz. El saqueo de los recursos naturales no ocurre sólo en minería, ocurre también en el sector forestal, pesquero, etc.
No es razonable que nos quedemos inmóviles mientras a usted, señor, le descuentan el 7% de su jubilación, porque “el país lo necesita”, o mientras al resto le suben el pasaje del Transantiago cada 10 días. Sepan que nuestras autoridades, en la Concertación y la Alianza, están regalando nuestros recursos naturales y ganando mucha plata durante el proceso, en su nuevo rol de lobistas. Y no sólo eso, porque también están dispuestos a sacrificar nuestra salud, su salud, la de nuestros niños, ancianos, permitiendo la instalación de industrias altamente contaminantes como las termoeléctricas a carbón.
La discusión energética no es una discusión técnica. Es esencialmente política, pero no entre representantes de partidos, sino que entre ciudadanos. Ciudadanos capaces de decir ¡basta!, ejerciendo su legítimo derecho a decidir su futuro y el de sus hijos. Los chilenos estamos siendo abusados por nuestra clase política. Si nos molestan las termoeléctricas, si no queremos más niños o ancianos moribundos en los hospitales, si no queremos más lobistas profitando de nosotros, entonces debemos manifestarnos y exigir cambios, tal como lo han hecho en medio oriente ciudadanos hastiados del abuso. La movilización activa es el primer paso para buscar soluciones de fondo a los problemas que hoy nos aquejan como nación. ¿Estaremos los chilenos dispuestos a hacerlo?

Ingeniero forestal. Estudiante de Doctorado en la Universidad de British Columbia, Canadá. 
Publicado en www.elmostrador.cl


Celebración del coraje/4

La derecha mezquina y la izquierda puritana han dedicado buena parte de sus fervores a discutir si Salvador Allende se suicidó o no se suicidó.
Allende había anunciado que no saldría vivo del palacio presidencial. En América Latina, es tradición: todos lo dicen. Después, cuando ocurre el golpe de Estado, se toman el primer avión.
Habían pasado muchas horas de bombas y fuego y Allende seguía combatiendo entre los escombros. Entonces llamó a sus colaboradores más íntimos, que resistían con él, y les dijo:
 -Bajen ustedes, que yo ya voy.
Ellos le creyeron y se fueron, y Allende quedó sólo en el palacio en llamas.
¿Qué importa de quién fue el dedo que disparó la bala final?

Eduardo Galeano
EL LIBRO DE LOS ABRAZOS  

jueves, 10 de marzo de 2011

NO DONES TU VUELTO!!!!!



Declaración de principios....



Emociona la lucidez, sensibilidad y convicción del periodista Nibaldo Mosciati, director  de Radio Bio-Bio.   El poder de la verdad y la fuerza de este profesional que predica y practica - sin pontificar-,  verdaderamente la independencia de un medio de comunicación ejemplo hoy en Chile.  Independencia a punta de sacrificio, ingenio y por sobretodo amor por los valores fundamentales del ser humano.  

Este discurso que hemos elegido para iniciar este pasquín de orientación cultural en Punta Arenas, creemos, es verdaderamente,  una luz al centro de toda la oscuridad mediática, de todo el silencio cómplice de las grandes cadenas noticiosas de radio y televisión que hoy tienen secuestrada la  conciencia de toda una sociedad en Chile y en demasiados lugares del mundo.



Como el orden de los factores SÍ altera el producto, este discurso comienza así: ¡Familia!, Constanza y retoños, amigas y amigos, queridos auditores, añorados lectores, circunstanciales televidentes, jurado del premio, embotelladora del premio (siempre hay que ser bien educado), autoridades varias y vagas; autoridades en la vaguedad. O sea, en la distancia. Amablemente.
Este texto consta de tres partes. A saber: agradecimientos, reflexiones sobre el oficio y, finalmente, piloto para un espacio de radio de trasnoche. Vamos, pues…
1.- Agradecimientos:
Quiero agradecer a mis maestros. A los que, primero, me enseñaron. Quiero agradecer a mis padres. El rigor de la Loli y la fantasía de Pocho. La perseverancia y pasión de ambos. El aprendizaje de ver pasar el río, de plantar algunos árboles. El vivir la vida sin ambición por el dinero, ni ínfulas sociales.
En este oficio de periodista quisiera haber heredado una pizca del talento, la sensibilidad y la rebeldía de mi padre. Sin esas cualidades, el periodismo se convierte en otra cosa: en una simple reproducción de discursos, en un engranaje más de las máquinas de los poderes y los poderosos, en esa cosa amorfa, triste, gelatinosa, y, a veces, ruin y malvada, que son las relaciones públicas o todo tipo de comunicación que está al servicio de unos pocos en detrimento de la mayoría anónima.
Quiero agradecer, andando ya el camino, a algunos profesores. De mi colegio: Lamiral, Varela, Tolosa, Fierro, Boutigieg, Pilon, Biancard. La añoranza de ese espacio de libertad cuando la libertad escaseaba.
Y de la Universidad… allí, en verdad, gracias a pocos. Es más, si hablo largo terminaría a los garabatos y repudiando a muchos de esa Universidad Católica, la UC de aquella época, puta prístina de la dictadura, con sus sapos, sus silencios cómplices, sus injusticias mofletudamente bendecidas, bendecidas por sus monseñores y sus autoridades venenosas que no se arrugaban en tolerar, avalar y alentar la brutalidad para preservar el orden, que era un orden chiquitito, orden sólo de ellos.
Doble mérito entonces para mis profesores de la Universidad a los que agradezco: Juan Domingo Marinello, Cacho Ortiz, Gustavo Martínez y los Óscares: Saavedra y el RIP González, lo que no es maldad, porque todos nos vamos a morir. Así es que RIP nomás.
Y, en el oficio, más gracias. Gracias a algunos que me apuntalaron, mostrándome matices de dignidad: Salvador Schwartzmann, Jaime Moreno Laval, Mario Gómez López, Gabriela Tesmer.
Los otros, los amigos que me enseñaron y que, por sobre todo, quiero: Andrés Braithwaite, el mejor editor de prensa escrita que haya conocido nunca; Pancho Mouat; los laberintos del pensamiento de Ajens; Pablo Azócar y el filo de su pluma; Rafael Otano y su erudición que te obliga a ubicarte donde siempre debe ubicarse un periodista, que es en la ignorancia; y Patricio Bañados, que me ha mostrado el valor de las convicciones y la decencia que debería imperar en este medio. Pero ustedes lo saben: NO impera.
En cuanto al premio mismo, gracias al premio, que permite esta convocatoria. Así veo a gente que quiero. Premio gracioso y gaseoso. Tan gracioso que creí que era pitanza. Premio de fantasía y bebestible, para mí, que me ufano de haberme criado bebiendo agua de un pozo alimentado por una napa subterránea que desciende al río Bío Bío desde la cordillera de Nahuelbuta. Agua pura.
Gracias, entonces, al jurado que me eligió. Gracias sinceras porque, por lo demás, no he postulado a premio alguno, lo que me indica que mi nombre les salió del corazón. O de la razón, lo que no sé si es mejor o peor, todavía.
Y gracias a la empresa que da el premio. Premiar periodistas es labor samaritana. Mejor que el Hogar de Cristo o la Teletón, en la medida en que no se convoque, paradójicamente, a la prensa.
Sugiero a la embotelladora que también se incluya, en galardones paralelos, a zapateros remendones, desmontadores de neumáticos en vulcanizaciones, panaderos, imprenteros, empastadores de libros, ebanistas y expertos en injertos de árboles frutales, para que se consolide la idea de que lo que se premia es el ejercicio de un oficio, el día a día de las letras, y no la ruma de certificados, con sus timbres y estampillas, ni la galería de cargos, ni, menos todavía, la trenza de contactos, pitutos, militancias, genuflexiones (para no usar imágenes obscenas) favores y deudas. Así debiera ser.
En suma, muchas gracias. Gracias por mí, pero también gracias por La Radio. Este premio es, en gran parte, mayoritaria parte -seamos sinceros-, un premio a Radio Bío Bío. Un premio a un proyecto que nació en 1958, en Lota, con radio El Carbón. Un proyecto que mi padre no sólo ideó, parió, construyó, afianzó y encauzó, sino que es un proyecto que sigue siendo fiel –y esperamos no tropezar nunca en ello– a lo que mi padre quiso. Eso es lo que más se merece un premio: la idea de un medio de comunicación al servicio de la gente, sin cálculos, sin ideas de trampolín para lanzarse a otra piscina. Señoras y señoras, muchas gracias.
2.- Reflexiones sobre el oficio:
Lo primero es que trataré de evitar, probablemente, sin éxito, el peligro de todo discurso, que es terminar pontificando. Imagínense: yo de pontífice. Pondría mis condiciones eso sí: fin al celibato y, por supuesto, me negaría a usar esas polleras que usan los pontífices. Báculo sí usaría: más de alguno con que me cruzo merece un garrotazo, y los báculos papales y obispales, a veces pesados con tanto oro, deben ser buenísimos para tal efecto.
Bien, no nos desviemos, aunque el tema provoque curiosidad malsana.
Entonces: evitar pontificar. Porque el periodismo debiera estar lo más lejos posible de los pontífices: los de las religiones, la política, los negocios, la banca, el capital, la revolución, la involución, las dietas, las verdades reveladas, las ideologías, la numerología y tantos etcéteras. O sea, lejos de las certezas. El periodismo sólo se sostiene en su falta de certidumbres, en la duda permanente, en el escepticismo, en la incredulidad.
Vivir poniendo en duda todo puede, es cierto, generar angustia. Pero si no se busca el poder, la certeza mayor que te da el poder y, por consiguiente, la posibilidad del abuso –porque eso es el poder: la posibilidad de abusar–; si no se busca esa certeza, se puede vivir de lo más bien.
¿Cómo vivir en el ejercicio de la duda? Aventuro una respuesta: haciéndolo desde la sensibilidad. Sensibilidad para entender al otro. Hacer el ejercicio de despojarse de lo propio –las ideas, los odios, las fijaciones– para intentar reconocer, conocer, entender lo ajeno.
Hay, al menos, dos periodismos. Voy a dejar fuera a esa manga de serviles que, por opción (libero de culpa a los que no tuvieron alternativa), fueron útiles plumíferos de la dictadura. Siempre he sostenido que en dictadura, hacer periodismo es hacer oposición. Si yo pretendiera hacer periodismo en China, hoy, sería agente opositor (y qué bueno que el Premio Nobel de la Paz se haya otorgado a un disidente chino).
Bueno, dejando de lado esto, repito que hay, al menos, dos periodismos: Uno, el que le habla a la gente, porque piensa en la gente y siente que está al servicio de ella. Otro, el periodismo que le habla a los poderes, porque vive en ese rincón restringido y cálido –pero nunca gratis– que los poderes guardan a ese periodismo. Es un rincón un poco humillante, como esas casuchas para los perros guardianes, que te guarece de la lluvia pero que incuba pulgas y garrapatas, pero allí nunca falta el tacho con comida. Sabe mal, pero alimenta. Y, en general, engorda.
Lo que entiendo por periodismo es lo primero: el periodismo es un ejercicio de antipoder. Repartir, difundir, democratizar la información que, si es tenida en reserva por unos pocos, constituye poder. ¿No les suena acaso la figura de “uso de información privilegiada”?
Mi convicción, entonces: lejos de los poderes, que el poder corrompe. Y a más poder o más dinero, más corrupción.
De lo mucho que le debo a mis lecturas –en rigor no he hecho más que repetir cosas que he considerado inteligentes y por otros dichas–, le debo a Albert Camus la mejor definición de patriotismo. Si la bandada de sujetos vociferantes que se dicen patriotas se aproximara a esa definición, algo de eso que se sueña como humanismo sería factible. Escribió Camus, a propósito de la resistencia francesa a la ocupación nazi:
“Fue asombroso que muchos hombres que entraron en la resistencia no fueran patriotas de profesión. Pero el patriotismo, en primer lugar, no es una profesión. Es una manera de amar a la patria que consiste en no quererla injusta y en decírselo”.
Uno podría cambiar el término patria por humanidad y patriotismo por humanismo. Y uno podría considerar que ese ejercicio de humanismo es el buen periodismo.
Para no subirse por el chorro, una advertencia: muchos periodistas estaban o están convencidos que el periodismo es la palanca o instrumento para generar un cambio social. Nica. O sea, no. Quienes piensan así exhiben, quizás sin darse cuenta, una arrogancia y un mesianismo temible. Allí no hay duda, ni cuestionamiento. Los cambios los hacen los pueblos, no el periodismo. Tratemos –termino igual como empecé–, tratemos de no pontificar.
3.- Piloto para un espacio radial en el trasnoche. ¡Invito a que me acompañe (en saxo) Nano González!
¿Por qué te premian? ¿Porque ya eres suficientemente viejo? ¿Por qué ya lo que dices son puras boludeces y tus dichos perdieron filo, agudeza, desparpajo, y te repites como un viejo gagá que no dice nada nuevo ni nada que escandalice? ¿Por eso te premian, porque la lengua te la comieron los ratones? O, mejor dicho, ¿porque tu lengua se pudrió, de desprendió, añeja, agria, inútil?
Sobrevuelas un pedazo de tierra, hermoso por lo demás (bueno, hermoso en lo que va quedando de hermoso, porque lo otro ya lo arrasaron) y te dicen: mira, esa es tu Patria. ¿Qué es eso? ¿Una Patria, La Patria, tu Patria? ¿Para despedazarla y repartirla? ¿Para prohibirla, censurarla, amordazarla? Será mejor, entonces, no tener Patria, y ahorrarnos uniformes, paradas militares, desfiles, aniversarios, profesionales ociosos de la guerra. No, no, no; mejor así: que los militares sigan siendo ociosos y que no ejerzan su trabajo. Digo: no a la guerra. Y agrego: mar para Bolivia, y con soberanía.
En cada uno de nosotros habita ese lobo que ve a los otros como ovejas, y quiere devorárselas. Pero no nos engañemos, los lobos son los lobos de siempre. Se les reconoce por el hedor que van dejando sus meados. No trates de domesticar al lobo. Sácale lustre, aliméntalo con carne cruda y no lo retengas cuando llegue la hora de las dentelladas. ¿Se acuerdan de ese coro, auténtico, maravilloso, porque ponía en duda el orden que es, como todo orden, en el fondo, una prisión? El coro decía: ¡va a quedar la cagada, va a quedar la cagada, va a quedar la cagada…!
Nosotros, asesinos. Esa cualidad última es la que se promueve. No veas al otro como un socio, olvídate del concepto de prójimo (salvo cuando vayas a ese teatro vacío que se llama iglesia). Gánate un espacio, desplazando a otro. Es una lógica asesina. Bienvenidos al carrusel de los depredadores. Nuestro futuro está escrito: feliz regreso al canibalismo.
¿Dónde están los que no están? Bueno, yo lo sé, porque así lo siento: en ningún lado, por algo no están. Chau, listo, se acabó… Pero están. En nuestros recuerdos, en la memoria. Me gustaría que estuviera aquí Galo Gómez. Galo Gómez hijo. Romántico y pendenciero, pero tan buen tipo que sus peleas eran pura bondad. Galito, ¿te mataste o te mataron? No, parece que fue la borrachera y el exceso de velocidad. Te mataste, entonces. Te echo de menos.
Luciérnagas en la noche. Bajo los boldos, vuelan encantadas las luciérnagas de mi niñez y juventud. No las vi por años, casi décadas, hasta que una noche reaparecieron. Allí, en la orilla del Bío Bío. ¡Luciérnagas en la noche de nuevo! Como un mensaje que dijera: no todo está perdido, no todo es derrumbe. La sobrevivencia de las luciérnagas como metáfora de la supervivencia de lo hermoso, de los sueños, de que sigan existiendo luciérnagas para los futuros niños.
Y sí… Quisiera volver a ser un niño. Vivir, aunque sin saber, que todas las posibilidades del mundo están abiertas y disponibles para mí. Eso es la niñez: la infinitud de rumbos, la ausencia, por el momento, de condicionamientos, directrices, guías. El primer día de colegio es el primer navajazo a esa infinitud. Quisiera volver a ser un niño, antes del colegio. Niño, niño. Puro horizonte, posibilidades infinitas. Quisiera ser niño. ¡Y sin premio!
Muchas gracias.